A propósito de la graduación del Diplomado Internacional en Ciencia de Datos para la Dirección Pública, me gustaría compartir una reflexión personal que surgió a partir de un cierre de cátedra que tuve durante mis estudios de pregrado, hace ya algunos años.
En esa ocasión, nuestro profesor nos habló sobre Andrés Bello –figura usual en una escuela de derecho– pero, para nuestra sorpresa, no nos habló en ningún momento sobre leyes, sino como la pasión de Bello por la poesía informó su quehacer jurídico.
Esta anécdota me llevó a pensar en cómo nuestras pasiones, nuestros intereses y quienes somos en esencia son parte de nuestra formación profesional, aunque a simple vista parezcan no tener nada en común. Porque, después de todo, ¿qué más distante de una ley que un poema?
Y bueno, ¿por qué no? Es aquí donde yace el poder transformador de la interdisciplina, enfoque fundamental, herramienta de innovación y brújula con la cual afrontar los desafíos que, como servidores públicos, buscamos resolver.
Lo mismo sucedió con este diplomado, cuyo corazón e impronta fue la interdisciplina. No hay otra forma de describir una experiencia académica que reunió a un conjunto de directivos y asesores de distintos países, formaciones, instituciones, pasiones y motivaciones.
¿Qué más interdisciplinario que la ciencia de datos y la implementación de tecnologías emergentes en el sector público, tierra incógnita de la cual debemos ser parte? ¿Qué más interdisciplinario que un diplomado cuyo objetivo también fue hacernos repensar y replantear los procesos de adopción de éstas soluciones, innovando no solo en la tecnología que se implementa, sino también en la forma de solucionar un problema?
Basta con mirar a personas como Hedy Lamarr, actriz, matemática y científica conocida como la “madre del Wifi”; Ada Lovelace, matemática precursora de la programación, hija de Lord Byron, de familia de poetas; o la Doctora Joy Buolamwini, doctora en informática, investigadora, poeta y artista visual. Todas ellas mujeres de la interdisciplina, que han destacado su valor y el de la innovación. Mujeres que sabían que para crear un mundo en donde la tecnología esté al servicio de todos, es necesario ver la conexión incluso entre las cosas que parecen más distantes y caminar por lo desconocido.
Finalmente, quiero agradecer a mis compañeros y profesores: espero que hayan aprendido de mí, como yo pude aprender de ustedes. Espero que nunca dejemos de dejarnos transformar por la interdisciplina, y que nunca dejemos de innovar como servidores públicos, para que desde el lugar y expertise de cada uno seamos actores, gestores y motores del cambio.