El desarrollo y uso creciente de nuevas tecnologías en un mundo cada vez más interconectado está generando grandes cantidades de información. Los gobiernos están empezando a utilizarla para mejorar su toma de decisiones y la calidad de los productos y servicios públicos.

Las organizaciones públicas y privadas comprenden que la información es un activo fundamental para el éxito de su quehacer. Se requiere identificar dichos activos; diseñar una estrategia para su adquisición, preservación, explotación y evolución; administrarlos alineadamente con el resto de los activos y capacidades de la organización; medir desempeño, eficiencia y efectividad en el uso de los activos tanto en corto como en largo plazo; y dotar a la organización de capacidades internas y externas para el mejor uso de sus activos de información, desde la infraestructura a las capacidades humanas, desde la calidad de la información hasta la seguridad de la misma, desde la reputación organizacional hasta la responsabilidad legal.